Para empezar a hablar de la Editorial Abril tenemos que remontarnos a la Europa anterior a la Primera Guerra Mundial, cuando el fascismo y el nazismo provocaron grandes cambios en la sociedad.
La comunidad judía del norte de Italia, formada por gente culta y de buena posición económica, fe una de las primeras en prever lo que estaba viniendo y en decidir comenzar una nueva vida en América.
Uno de esos judíos italianos era Cesare Civita. En 1938 Cesare estaba trabajando en Milán como codirector general de la Editorial Mondadori, pero, debido a las leyes raciales promulgadas por el régimen de Benito Mussolini, tuvo que renunciar a su puesto y decidió emigrar. Después de abandonar Milán, en 1939, se dirigió a París y vendió las historias de las que era propietario a varias editoriales que publicaban literatura para niños. Cuando estalló la guerra, ya había conseguido la visa para Estados Unidos y se dirigió a Nueva York, donde tenía familiares y conocidos. Estando allí, pudo verificar que en Argentina el sector editorial se estaba expandiendo y así partió hacia nuestro país. Tenía experiencia ya que había trabajado no sólo en Mondadori sino también en otras editoriales importantes de Milán. Además tenía los permisos otorgados por Walt Disney para comercializar sus libros y sus personajes y un importante capital que había logrado sacar de Italia.
Llegó a Buenos Aires en mayo de 1941 y el 21 de noviembre de ese mismo año, junto a Alberto Levi y Paolo Terni, fundó la sociedad que luego daría lugar a la Editorial Abril. En 1944 se unieron Leone Amati y Manuel Diena. Todos eran italianos judíos emigrados a Argentina.
Eugenia Scarzanella habla del cosmopolitismo del fundador de Abril:
Quizás en el caso de Cesare Civita más que transnacionalismo se podría hablar de cosmopolitismo. Él y su familia están en el centro de complejos vínculos, de experiencias en lugares lejanos y de contactos con diferentes culturas. Nacido en Nueva York de padres que temporalmente habían emigrado allí, Cesare Civita y sus hermanos Vittorio y Arturo transcurren períodos en los USA, desarrollando una pasantía en el ámbito de los negocios. Los contactos y el patrimonio de conocimientos que adquieren los llevan luego a Italia y a África (a Etiopía, colonia italiana desde 1936).[1]
Por esos años, en Buenos Aires, Boris Spivacow, un joven estudiante argentino cuyos padres eran inmigrantes rusos judíos, se dedicaba a dar clases de español a extranjeros, especialmente a aquellos de la comunidad judía que llegaban a Buenos Aires huyendo de los regímenes fascistas europeos. Conoció primero a Levi, luego a Terni y finalmente a Civita. A todos ellos les dio clases, además de a algunos familiares de los mismos. Cuando los empresarios italianos decidieron poner una editorial, lo consultaron acerca del nombre. Boris cuenta que les hizo una lista y que ellos eligieron "Abril":
La editorial iba a dedicarse fundamentalmente a chicos y adolescentes. Me pidieron que les hiciera una lista de nombres posibles para la editorial. Hace unos años me encontré con esa lista que les había dado...ahí figuraba el nombre "Abril". Abril por dos motivos: por el sonido alegre y restallante, y porque abril era de una manera sinónimo de juventud. Se decía "tiene quince abriles" o "tiene quince primaveras". Abril es primavera en España. Eligieron el nombre de Abril. Pusieron como símbolo un arbolito y quedó Editorial Abril. [2]
Civita no quiso involucrarse en la política argentina. Sin embargo, al tener una ideología antifascista, se involucró indirectamente ofreciendo puestos de trabajos a los intelectuales desplazados de sus puestos, de la universidad y de otros organismos oficiales, por ser opositores al gobierno peronista.
Abril se caracterizó, por lo tanto desde sus orígenes como una empresa particular en el panorama editorial argentino. Es un lugar donde se encuentran y trabajan intelectuales marginados por sus ideas políticas antifascistas y antiperonistas, socialistas y comunistas, y, al mismo tiempo, es una empresa exitosa en el ámbito de la cultura popular de masa.[3]
Con el éxito inicial de la revista El Pato Donald, que en 1948 alcanzó una tirada de 300.000 ejemplares, la empresa pudo hacer nuevas inversiones y desarrollarse.
En 1947 aparecieron las revistas Salgari y Misterix, personajes creados en Italia cuyos derechos fueron adquiridos por Civita; en 1949 la fotonovela Idilio, inspirada en publicaciones italianas recientes, que fue la primera de muchas fotonovelas exitosas; en 1949 Rayo Rojo; en 1950 Cinemisterio y Nocturno.
La redacción estaba formada tanto por los familiares de Cesare Civita (su esposa, Mina Consolo,y su hija Adriana), como por una nueva generación de hebreos italianos y jóvenes talentos, sobre todo mujeres. El ambiente de trabajo era abierto, culto, estimulante e informal, y daba amplio espacio a la creatividad. Tan amplio, que hasta se hizo llegar a Buenos Aires al grupo de dibujantes venecianos formado por Sergio Tarquinio, Hugo Pratt, Mario Faustinelli y Alberto Ongaro.[4]
Estos dibujantes italianos fueron los maestros de artistas locales que entraron a trabajar en Abril. Así surgieron nuevos personajes y nuevas formas de narrar, por ejemplo las historias de El sargento Kirk, escritas por Héctor Oesterheld y dibujadas por Hugo Pratt y las de Bull Rocket, también escritas por Oesterheld, pero dibujadas por Paul Campani.
En 1950 Cesare abrió una filial de Abril en Brasil y logró que su hermano Vittorio, que estaba radicado en Estados Unidos, se trasladara a ese país para hacerse cargo de la gerencia. Las primeras historietas en salir en Brasil fueron Raio Vermelho y O Pato Donald, en 1950, y la primera fotonovela Capricho, versión brasileña de Nocturno, en 1952.
Vittorio Civita (Foto: Luca Boschi, Blog Cartoonist Globale
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Después de la caída de Perón, Abril lanzó, en 1957, la revista femenina Claudia, que tuvo un éxito enorme. Civita siempre había querido hacer una revista de actualidad al estilo de la italiana Época. Lo consiguió en 1962, gracias a un acuerdo con Mondadori y con el grupo Time-Life; esa revista fue Panorama. La siguió Siete días ilustrados en 1964.Sin dejar de ser una empresa familiar, Abril creó vínculos internacionales, con empresas estadounidenses y europeas, que no fueron bien vistos por los gobiernos de turno.
Hay que tener en cuenta también el hecho de que el carácter internacional de la sociedad no le agradaba al nacionalismo militar. Cesare Civita y Vittorio Civita tuvieron que renunciar a la ciudadanía italiana, Abril brasileña debió demostrar ser una empresa «típicamente» brasileña ante la Comisião de Inquerito creada en 1966 para investigar los medios, y en 1970 Cesare Civita debió rescatar las participaciones extranjeras en la editorial.[5]
Después de más de tres décadas de estar afincado en Argentina, Civita tuvo problemas con el gobierno de Isabel Perón. La editorial quiso quedar bien con la presidenta cuando la revista Claudia la eligió “la mujer del año” en 1974. La respuesta de Isabel fue; “Como decía Perón; el lobo se disfraza de cordero”.
Civita se encontró «acorralado» entre el periodismo «militante» y las amenazas de la Triple A. Recibió una advertencia en 1974, cuando estalló una bomba frente al Edificio Abril y su nombre apareció en una lista de intelectuales amenazados de muerte por la organización de López Rega.[6]
A causa de esto, Civita se trasladó a Brasil y después a Uruguay, tratando, con muchas dificultades, de dirigir su empresa desde el exterior. Con el gobierno de facto de 1976 su situación empeoró. Los militares no querían que el sector editorial estuviese en manos de extranjeros, mucho menos de extranjeros judíos. Su departamento fue ametrallado y Civita organizó la venta de su empresa desde Uruguay.
La Editorial Abril fue malvendida a CREA (Celulosa Rizzoli Empresas Asociadas).[7] Finalmente Abril fue cedida a la sociedad Exxel que destruyó la empresa provocando la pérdida de libros, revistas, películas y un importante archivo fotográfico. En Brasil aún continúa en actividad el Grupo Abril.
Bárbara Civita recuerda la desesperación de su padre cuando debió dejar definitivamente la Argentina y vender Abril, una empresa eficiente y en pleno desarrollo. Para él era como volver a transitar acontecimientos ya vividos, encontrarse de nuevo frente a «una ripetizione di quello che era già accaduto nel 1938». (Una repetición de lo que ya le había pasado en 1938)[8]
Ya retirado de los negocios, Cesare Civita volvió a radicarse en Buenos Aires donde murió en 2005, a los 99 años.
Me voy a ocupar, en primer lugar de las colecciones infantiles creadas en Abril bajo la gestión de Boris Spivacow, para centrarme después en la “Biblioteca Bolsillitos”, sus autores, sus ilustradores y sus lectores.
NOTA IMPORTANTE: En el siguiente link hay un artículo muy interesante sobe lo que está pasando con Editorial Abril de Brasil, escrito por Schabib Hany:
<https://www.campograndenoticias.com.br/2015/08/10/abril-a-face-oculta-dos-oligopolios-midiaticos/7208/>
[1] Eugenia Scarzanella, Entre dos exilios: Cesare Civita, un editor italiano en Buenos Aires, desde la Guerra Mundial hasta la Dicatadura Militar (1941-1976), Revista de Indias, 2009, vol.LXIX, núm.245
[2] En Delia Maunás, Boris Spivacow. Memoria de un sueño argentino, Buenos Aires, Colihue, 1995
[3] ídem 1
[4] idem 1
[5] ídem 1
[6] ídem 1
[7] La empresa italiana Rizzoli era rival de Mondadori, que siempre estuvo aliada a Abril, y colaboró con el gobierno militar difundiendo su ideología,
¡Gracias, Susana Navone, por compartir la investigación de la Profesora Eugenia Scarzanella! Yo soy del Brasil, donde la Editora Abril, igualmente pionera y de vanguardia en sus primeras cinco décadas fue importante para la formación cultural y profesional de diversas generaciones de la población brasileña, en el año 2018 fue prácticamente malvendida por los nietos de Vittorio Civita (aquí llamado Victor Civita), hermano menor de Cesare Civita, a un grupo financiero dirigido por un joven ejecutivo, Fábio Carvalho, que está desmontando y vendiendo todo la estructura de lo que un día fue la Editora Abril, con sus emblemáticas revistas Veja (semanal de información), Exame (mensual, de economía, tecnología y negocios), Claudia (mensual, femenina), Quatro Rodas (mensual, de automóviles y motores), Placar (de deportes), Recreio (mensual, infantil), Capricho (mensual, para adolescentes), Contigo (quincenal, sobre televisión), Casa Claudia (mensual, de arquitectura, decoración y construcción), Manequim (de moda, corte y costura), Realidade (emblemática revista de grandes reportajes, clausurada todavía en la década de 1980, cuando la dictadura militar era vigente), Pancada (mensual, de sátiras e irreverencias, al estilo de Satiricón) y las famosas revistas infantiles de Walt Disney y otros dibujantes, incluso hispanoamericanos (Pepo, Quino y Francisco Ibáñez) y brasileños (Mauricio de Sousa, Ziraldo Alves Pinto, Marcelo Campos, Primaggio Mantovi, Marco Moretti y Waldir Igayara de Souza). Estudio, dentro de mis posibilidades, las consecuencias y legado de la Editora Abril brasileña, la (buena) influencia de la Editorial Abril argentina. Tengo un modesto artículo sobre la Abril brasilera, de 2015, publicada en algunos medios brasileños (). Mi correo electrónico es schabib2021@gmail.com. Mantengámonos en contacto. ¡Un gran abrazo!
ResponderEliminarHola; Shabib. Muchas gracias por tus palabras. Mañana te mando un mail. Saludos cariñosos desde Buenos Aires.
ResponderEliminarMí padre trabajo en editorial Abril desde sus comienzos hasta que cayó en manos de Crea. Siempre hablaba de esa empresa y de Cesare Civita con mucho orgullo, de haber trabajado en una empresa tan próspera y que además de crecer, daba a sus empleados muchísimas oportunidades. Conocí sus inmensos talleres, era una magnífica empresa, cómo lo fue la Argentina. Lástima que la política argentina nunca está a la altura de las circunstancias
ResponderEliminarHola, Sergio. Gracias por tu comentario. ¿Sabés que con la filial de Brasil está pasando algo similar? Ahora voy a subir el artículo de Shabib, la persona que realizó el comentario anterior. ¿La Editorial estaba en la localidad de Florida Oeste? Saludos.
EliminarHola. Te recomiendo este libro: Eugenia Scarzanella, Abril. Un editor italiano en Buenos Aires, de Perón a Videla, FCE. Saludos.
ResponderEliminarHola a todos, yo también trabajé en la Editorial Abril, desde 1979 a 1984. La recuerdo como una gran empresa, con muchas publicaciones y unos talleres muy importantes, en Florida
ResponderEliminarHola. Gracias por contactarte. ¿Estaba en la calle Roca, no ? ¿Ye acordás a qué altura o entre que calles? Si podes contarnos algo más, te lo agradeceríamos mucho. Saludos.
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